9 de enero de 2016

Como se pasa el tiempo de rápido. Fue hace cuatro años exactamente y aún recuerdo todos los sentimientos, las sensaciones y todas las experiencias que viví. Algunas esperadas y otras que nunca me hubiese imaginado.

¿Por qué he decidido escribirlo hoy?, me preguntas. La verdad es que no lo sé. Lo único de lo que estoy seguro es que si no lo pongo en un escrito, al cabo de unos años lo olvidaré y me será muy difícil poder contártelo. Es incluso posible que lo que te voy a relatar te pueda servir algún día, o le pueda ser útil a alguna otra persona. Es la parte incierta de cuando uno escribe: no saber si ese conjunto de letras y palabras que se unen a veces desde el subconsciente llegarán alguna vez hasta el corazón de otro.

¿Por qué hablo del corazón? Quizá la respuesta más sencilla que me gustaría darte es: porque hablo desde el corazón. Es posible que no lo entiendas, no porque no tengas capacidad para comprenderlo, sino porque no tengo capacidad para transmitirlo con pocas palabras.

Una amiga me dijo una vez: “no te compliques la vida”. Desde que lo escuché por primera vez no he dejado ni un momento en rebelarme contra esa frase. Lo siento mucho, ¡no te haré caso amiga! y hoy te lo digo a ti: “complícate la vida, merece la pena”. Estas palabras que vas a encontrar si sigues leyendo, son una evidencia clara de cómo uno se puede complicar la vida, en sentido positivo, para progresar, para encontrarse a uno mismo, para ser consciente de sentimientos y experiencicas, para descubrir las cualidades de otros, para conocer otra cultura y especialmente para vivir un período lejos de tus seres queridos. Podría no haberlo hecho y seguir tranquilamente como la hoja que se cae al arroyo y se deja llevar la corriente, o tratar de buscar la orilla para buscar otro caminos, especialmente para alguien como tú, que solo ve en el futuro un proyecto hermoso. Por eso te contaré desde el primer día que llegué a Escocia, lo que buscaba y lo que finalmente encontré.